Crítica


   
 

PROLOGO DE FERNANDO PONCE ( Historiador y Crítico de Arte) 

Claudia Morera artista emergente en el panorama de las Artes Plásticas en España nos muestra un recopilatorio de algunos de sus últimos trabajos.

A lo largo de su trayectoria, ha pasado por diferentes etapas en los cuales ha ido reflejando su evolución plástica en cuanto a tratamiento del lienzo, técnica, composición, distribuciones cromáticas, temática, en fin, la consideración de los soportes físicos y mentales del cuadro.

Esta etapa actual es determinante en tanto en cuanto supone dar respuesta adecuada a los desafíos que la obra de arte hace a su creadora desde el instante mismo de ser concebida. Se trata de una etapa de sólida formación en la que ya se apuntan algunas de las características que van a ser ampliadas a continuación.

En el caso de Claudia Morera, esa continuación tenía ante sí el camino lógico de desarrollarse hacia una pintura más personal y buscando a veces la fusión entre la abstracción y lo figurativo. Para otras veces mostrarse sólo en una de ellas. Juega con libertad en un universo propio. No ha sido fácil el paso de un momento a otro, como nunca lo es la convivencia de los contrarios, o al menos la convivencia aparentemente contrarios. En mi opinión se reclaman continuamente uno al otro para que, al margen del procedimiento o modos empleados, se manifieste la personalidad verdadera de la artista.

En ese sentido, Claudia Morera ha conseguido fundir los elementos objetivos que hereda de la historia de la pintura y en especial la Italiana donde se formó artísticamente, el aprendizaje inevitable, con la realidad de sus sentimientos y vivencias personales. Hablamos pues, de una radical sinceridad en la obra de una pintora que irrumpe con fuerza y coherencia en los ámbitos artísticos de nuestro país y en el extranjero.

Es difícil catalogar su pintura. Quizás describiendo la forma de resolver las cuestiones formales lográramos acercarnos a su idiosincrasia. No rompe la unidad armónica del cuadro, lo configura con ritmos y colores, dominando el gesto, el trazo. En el abstracto; juega con formas antagónicas, el mundo de los opuestos que habitan en el universo. La realización está cuidada desde las primeras impregnaciones de la tela, casi de manera artesanal, así como el intento de conseguir diferentes texturas. Es preciso reconocerle plenitud y equilibrio, dominio de la materia y del dibujo. Y esa geometría secreta y oculta que acoge las sensaciones y pone tranquilidad en la inquietud. Su propuesta artística está cargada de fuerza. La historia ha devorado con ferocidad bastantes discursos estéticos de los últimos años.

Estamos antes una pintura fácil y al mismo tiempo complicada. Claudia Morera lleva a cabo un proceso de síntesis entre lo intelectual y lo sensitivo; entre el consciente y el inconsciente. Desarrolla su obra en ese proceso para dar respuestas a las zonas de angustia o de vacío que, por una parte, encuentra en el exterior y, por otra en sí misma. Las dos dimensiones están mezcladas y se despliegan , con el predominio de una o de otra.

La suya es una pintura de expresión y lirismo, trabajada capa sobre capa, hasta el punto de que todo proceso creador emerge desde el fondo de sus cuadros.La tela, cubierta de varias capas, se eleva sobre superposiciones.Los contenidos y los mensajes pasan por ellas la figura interpretada, ese orbe de sensaciones, percepciones, sentimientos que ha ido seleccionando y depositando durante la elaboración del cuadro.

Es natural que en este proceso de tratamiento artístico el color sea determinante y esencial. Cabe hablar de una intencionalidad del cromatismo, que se da indudablemente.El color tiene dirección, sentido; es suficiente por sí mismo para expresar el mundo de vivencias que se lleva dentro. Y así lo utiliza Claudia Morera. Sensaciones de dolor o de alegría, de angustia o de asentimiento al mundo están recogidas en sus lienzos a través del empleo del color, que orquesta como si se tratasen de melodías.

Fácil es detectar un ritual cromático dirigido a encontrar relaciones comunicativas entre la pintora y el destinatario de su obra. El color es una correa de transmisión con la cual, busca la respuesta de los otros. Traspasar esa frontera tan largamente soñada, que establece lazos de comunicación recíproca entre las personas. ¿Está buscando desde su soledad, la soledad del prójimo para que ambas desaparezcan? Claudia Morera mantiene en realidad un diálogo con el cuadro tratando de hacerlo extensible a quienes lo contemplen después. En su obra encontramos también un sentido de la estética que se orienta por los ritmos armónicos, aunque los transforme en muchas ocasiones con ponderados empastes de color. Esta armonía es vitalista, emocionante, asentada únicamente sobre bases plásticas.

El gesto nace en la imaginación de la artista. Transmite su espontaneidad para entrar en el terreno más lento y elaborado de la ejecución del cuadro. Así tiene que ser para no caer en las improvisaciones de la rapidez. No se debe renunciar, como ocurre con frecuencia, a uno de los grandes privilegios del arte. La posibilidad de la recreación tranquila y meditada de la manipulación más o menos racionalizada. Muchas veces se ha caído en esta especie de trampa que pone la creatividad. Acusada en la pintura y con especial extensión en las distintas derivaciones de la expresión abstracta. El gesto es fuerte y exigente, pero es preciso someterlo a las leyes de la elaboración posterior, ese repertorio de técnicas y procedimientos que no son definitivos en sí mismos, pero que son inexcusables para conseguir la obra bien hecha.

 

Las obras de Claudia Morera no caen en la improvisación ni son fruto de la casualidad. Más bien lo son de la reflexión. Después de haber sentido la tentación del gesto, lo atrapa, pero después lo enriquece y lo profundiza. Siente el temblor del mensaje y lo recrea a continuación incorporándole saberes y técnicas, descuartizando su contenido, si es preciso, sometiéndolo a la textura, a la materia, al temblor del pincel, a las tonalidades del color. Resuelve la obra desde la soledad y la concentración, pensando previamente en el tamaño, los materiales y los posibles resultados.